Eso es el Amor. El amor no espera nada más que amar. Por eso Cristo dijo, niégate a ti mismo y sígueme y la gente no lo entendió. Cristo era y es el Amor puro, puro en esencia total. El negarse a si mismo es justamente seguir a Cristo=Amor. A plenitud. Sin cortapisas; no es ser débil, al contrario, amar es un poder infinito. El que ama tiene poder sobre la persona que ama, aunque esa persona no ame con la misma magnitud. Porque el que ama, domina los confines del ser amado. El que ama, conoce como a nadie a esa persona amada, y por lo tanto la "domina", pero en buena manera, en el buen sentido.
Con amor y con toda la fuerza irresistible de ese afecto, de ese infinito sentimiento que es la negación total de uno mismo. Eso es el Amor. El amor siempre tiene paciencia y siempre es feliz. Nunca atropella, noo. El Amor es como dijo Cristo: Es benigno, no busca lo suyo. Todo lo sufre, pero en valentía, no en debilidad. El Amor es la más grande de las valentías. El amor no se siente débil ni se queja. El que ama es VIRIL!!! así sea una mujer quien ama, porque la palabra viril viene de Virtud y la virtud siempre es algo bueno
El que ama es valiente y no tiene miedo. El que ama no muere jamás. El que ama trasciende porque su poder y su reino no son de este mundo. Su poder viene del mismo Dios. El amor no se cansa. El amor no muere. El amor es energía infinita. Es la más grande de las energías. Todo amor trasciende. Los únicos amores que no trascienden son los que no son realmente amor, sino remedo de él.
Por eso ahora no tengo miedo de no ser amado. Ya no. No hay problema, igual la seguiré amando.
El Amor es una fuerza irresistible, descomunal. Es la fuerza más grande del Universo. Recuerda que el amor no es de este mundo. Nada se resiste al Amor. NADA. Ni siquiera el odio que también es otra gran fuerza. Ni siquiera el rencor. Ambas fuerzas son devastadoras, pero cuando son trastocadas por el amor verdadero, se subliman, se embellecen, se inmortalizan.
De pronto dejé de ser humano. Me transformé en un ser etéreo. En energía pura.
Mutatis mutandis.
Por Gustavo Bonelli.
Todos los derechos reservados.
